Me acostumbré a nunca dar la talla. Siempre decepcionandoles, siempre decepcionandome. Quizá debía tener en cuenta todas sus posibilidades y capacidades. Era experta en sueños. El problema llegaba cuando tenía que sueños y realidad fueran lo mismo.
No la preguntes si la ves llorar y antetodo, no hables de optimismo, nunca fueron buenos amigos.
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