lunes, 28 de enero de 2013

Mi desierto y el tuyo.

Quiero ser esa tormenta en medio de tu desierto. (Ya sabes que llueve muy poco en el desierto.) No quiero ser tu tormenta de arena, ellas son las que te revuelven y se marchan sin más previo aviso y te dejan hecho un caos. Yo quiero ser esa tormenta que te empape. Que no te deje indiferente. Que no sólo te revuelva. Que quieras más. Siempre más. Que inunde tus ojos de humedad, pero de la buena. De esa que te incita a sonreír. Quiero que odies los paraguas. Que aprendas que me escondo en los días grises para que tú me busques encontrándote. Quiero que ignores las tormentas de arena anteriores. Creo que se te metió un poco de arena en los ojitos por la última. (Quizá también un poco en tu corazón y por eso chirrian tus agujas.) Quiero que me inundes rayito a rayito. ¡Hagamos un arcoiris juntos! Tú y tus rayitos. Yo y mis gotas. Con cada uno de sus matices. Llegar hasta las ruinas que esconde tu desierto. Hacernos granito a granito. Pero ante todo...




Pero.

Podría intentar que tu dolor se disipe, pero. 
Podría intentar ser tu sonrisa sin trabas, pero.
Podría intentar reflejarme en esos ojitos, pero. 
Podría intentar fumarme todos tus miedos, pero. 
Podría intentar deshacernos para hacernos, pero. 
Podría intentar que tu noche desapareciese, pero.
Podría intentar ser ese papelillo que te lía, pero.
Podría intentar que mi caos te enamorase, pero. 
Podría intentar que tu vaho inundase mis pulmones, pero. 
Podría intentar dejar de ser cualquiera en cualquier momento, pero. 
Podría...
Podría...
Podría...



Pero ese «pero» soy yo

domingo, 20 de enero de 2013

En la cuerda de tender, desolación.

Tras la tormenta a veces nos sorprende un poco de sol y nos damos una tregua. Como si consiguiésemos huir de todo lo que no. Como si la eutanasia cardiaca se encontrase en coma artificial. Como si el dolor no se sintiese. Como si el respirar no exijiese grandes bocanadas de aire. Como si la afixia nos diese un respiro. Como si el vértigo desapareciese con sólo cerrar los ojos. A veces consigo romper mis esquemas y el no-ser continuo.



Pequeño corazón de mimbre. 


sábado, 19 de enero de 2013

Tu pequeña de las dudas infinitas.

Se ha acomodado a no percibir ningún cambio. A andar dando tumbos. Y entonces sucede: un cambio ha venido a acomodarse en su colchón. Tampoco sabe bien si tratarlo como tal. Y es que tras tanto tiempo dando tumbos no asume haber encontrado la curva perfecta donde perderse: su sonrisa. Y vuelve a tener miedo que perderse en esa sonrisa implique encontrarse dando tumbos de nuevo. Tiene miedo de que él no tenga miedo y haya decidido acomodarse en su corazón a oscuras. Y no hay nada peor que el miedo que conduce a las dudas infinitas.


Hazme sentir que lo que estoy sintiendo no es sólo una tregua.

miércoles, 2 de enero de 2013

"Siempre" se cumple.

Aquella misma tarde detecté en tus ojos nuestra mentira. Esa que "justificaba" las demás. Y digo "justificaba" porque no creo que pisotear un corazón ajeno e irte de puntillas sin pensar en las huellas a dejar por el camino sea justificable en ningún caso. Y ahí la cuestión. Nunca pensé que un silencio escondiese un adiós tan titubeante. Y es que no justificaste tu huída. Y creo que si ahora te pidiese explicaciones ni te acordarías de esa tarde de Enero (sé que estás demasiado ocupado en ser feliz con otra persona, a la cual no le has dolido tantas noches seguidas). Pero tiene que haber un porqué, el tuyo fue un "hay otra", pero eso no es un porqué, sino una excusa. Podrías haberme echado en cara todo lo que nunca seré, las veces que te regalé "te quiero" inoportunos o cuando te eché la culpa de quererte. Tuviste mis porqués dónde elegir y la excusa fue esa otra persona. Te rendiste, y lo entiendo, yo me rindo muy a menudo de aguantarme, pero ya sabes aquello de "nadie dijo que la vida fuera fácil, sino que merecería la pena vivirla..."


Se te olvidó darme la oportunidad.