domingo, 29 de diciembre de 2013

El último domingo es tan solo el primero.

Qué más da que sea el último del año si es tan insalvable como el primero sin ti. Cuando llegaste me confesaste que te declarabas la guerra y yo anunciándote que los domingos sólo son trocitos de paz. Pero que rompiste mis principios, supongo que por eso no sé sernos punto y final. 
Desde aquel domingo de mayo me prometí no quererte más de lo establecido, pero y qué si mis manos sólo se querían encontrar con las tuyas a las pocas semanas de no verte los ojos. 

"La culpa es de los versos no escritos" - me repetí. 
Y aún me lo sigo repitiendo. 

Mejor no hablar de las noches mal cosidas. De mis pesadillas y de tus ganas de curármelas. Tus líneas me trepaban las costillas y yo sólo sabía sonreír como no lo había hecho en mi puta vida. Tú culpándome de tus sonrisas y yo culpándote de no tenerte aquí. 

Nos rebobino a escondidas y más de lo debido. Ahora que todo es domingo. Quiero quedarme sin tener que irme. No tener que volver por haberme ido. Pero me conoces de memoria y sabes que sólo sé huir

Y qué si

"Huir
es lo más parecido
a buscarte
que he hecho
en mi puta vida."


sábado, 26 de octubre de 2013

Mi punto de gravedad.

Yo que estaba buscando mi casualidad, él que apareció con todas esas líneas. 
Desde entonces sólo supo regalarme puntos de sutura, pero nunca finales. Luego se encaprichó con los puntos que adornaban mi nunca.

(Rompió todos mis esquemas, 
pero no a mí, 
lo que le sumaba otros tantos puntos
 a mi sonrisa que era la suya.)

Pero sin duda los mejores puntos a su favor siempre fueron esos hoyuelos que se le formaban cada vez que provocaba un nuevo accidente en la mejor curva de todo su cuerpo.
Lo que daría
por colgarme una y mil veces más 
de la sonrisa más triste 
y más bonita de toda mi historia.

Ahora es él quién le pide a Madrid que me devuelva la mía y yo sólo sé soñarle que Madrid me devuelva un bucle de noches infinitas en cualquier bar de Malasaña. Y volver a caer en el cuello de su camisa y que su camisa vuelva a caer en el suelo de cualquier habitación.

Supongo que desafié a Newton inventando una cuarta ley
 haciéndole mi único punto de gravedad. 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Hoy cala y no es por fuera.


Demasiada lluvia dentro como para oír la de fuera. Él que quiso pisar cada uno de  mis charcos; él que lo consiguió. Desde que llegó los días de lluvia dolían menos y es que esos ojitos grises eran de todo menos grises. Supongo que ellos son los culpables de reinventarme  los colores. Y sí, no sólo sabe reinventar sueños sino también colores. "Ojalá ahora te brillen más", pero aquí lo único que brillan son las ausencias 
Siempre hubo líneas que nos bailaron los recuerdos y nos pisaron el corazón. "Esta noche quédate", sé que se ha quedado porque nunca de ha ido. "Será mejor partir que desangrarnos" aunque aquí lo único que nos hace desangrar son los recuerdos. "Hay cuestiones en mi piel que sólo sabe respondérmelas tu piel", pero ambos sabemos de sobra que no es así. Ella te dará muchas respuestas. Y yo que sólo supe ser pregunta. Igual que sabemos que él pondrá Madrid patas arriba, como cada día, aunque no lo sepa. Aunque no se lo haya dicho. Y es que: las cosas que no se suelen decir son las más importantes.

Cree y crearás, pequeño. 

martes, 3 de septiembre de 2013

Día 12: vuelvo a ser una noche sin rock nd' roll.

Te escribo desde un domingo lleno de sudor y temblores invernales. 

Hoy es día 12 y suena en buble una canción. Ella sólo sabe recordarme que hoy te vuelvo a echar de menos. Me rompo y vuelvo a rebobinar mis pedacitos en forma de canciónPerdón por poner todos estos recuerdos patas arriba. 

Supongo, 
que como tú,
 los desastres más bonitos 
llegan sin previo aviso.

 Lo jodido es escribirte con una sonrisas en la cara y unas pupilas rotas. Contradicciones tan bonitas como los "te echo de menos, pero estoy bien". Volvemos al segundo mes en el que no me dan las 6.30 en tu amanecer. Hoy me tuve que montar en un tren cuyas vías no coincidian con las vértebras de tu espalda. Ojalá tropezar con cara una de ellas y no con todos estos recuerdos. 



Me vuelvo a perder entre líneas por miedo a que no me encuentres. 

lunes, 22 de julio de 2013

Hasta las próximas líneas, mi Roto.

Vuelvo a desnudarme entre líneas para ti. Esta vez vengo a decirte que aunque te vayas, no hace falta que vuelvas, porque sé que nunca te habrás ido. No me quedaré con nuestros recuerdos por Madrid, nuestros versos o nuestras canciones.

Me quedo contigo. Me quedo con tu pedacito.
Me quedo en el pedacito tan enorme que eres. 
Me quedo para que seas tú quién puedas volver
 porque yo no me he ido.

Perdón por lanzarme a abismos que no coinciden con tus ojos tan llenos de gris. Perdón por todos los recuerdos bailados a escondidas para no rompernos más. Perdón por abrir ventanales para cerrar puertas sin darme cuenta de que tú eres vendaval. 

Te sigo debiendo tanto. Por eso te pido que me trepes las letras cuando más llueva. Yo y nuestra cajan tan llena de pedacitos te esperamos aquí. Aquí arriba: en nuestra nube. Prometo no llover más de lo necesario, pero no inevitable. Prometo mantener todos los planes rotos sin ensuciar. Prometo bailar contigo cada vez que quieras bajo nuestra lluvia. 

(Pero no me pises más el corazón 
y llévate ese pedacito de él entre tus dedos, vida.) 
Por esa estúpida razón siempre habrá una parte de mí esperándote. 
Esperando a hacer Madrid nuestro para recorrer cada uno de sus rincones
complementándome con cada uno de los tuyos. 


Se más que feliz 
y no permitas que más sonrisas rompan la tuya. 

Te quiero y no me atrevo a dejar de hacerlo. 


Simpre tuya.
Siempre mío. 
Siempre nuestros.  


viernes, 28 de junio de 2013

Y escribiré un Réquiem.


Dame un vacío y saltamos.
Dame sueños y te lo quito.
Dame días y anochecemos.
Dame tropiezos y te sangro.
Dame un abismo y te respiro. 
Dame segundos y me acelero. 
Dame esquemas y los rompo. 
Dame una sonrisa y me cuelgo. 

Dame nubes y te lloro.
Dame letras y te verso. 
Dame un roto y te coso. 

Dame razones y la pierdo.



lunes, 10 de junio de 2013

Soñ-arte.

Un día entre tanto verso le encontré. Escribe sobre sus cicatrices sobretodo en días (nublados) como hoy donde éstas arden por encima de sus posibilidades. Tiene esa capacidad que cualquiera quiere, pero que no quiera puede: convertir el dolor en arte. 
El día que le encontré gritando en silencio hablaba de su próxima cicatriz. Escribía a una escritora y hoy la escritora le escribe a él. Porque él ha sabido cómo romper todos mis esquemas y hacer que los pedacitos no se me claven. Me ha recordado que es mejor conjugar en futuro que en pasado. Me ha sabido versar cuando aún no me había besado. Me ha enseñado a desmontar camas cuando no tenía ganas de dormir, pero sí de soñar. Me ha hecho los sueños. Me ha cambiado todos mis puntos por comas para que no encontremos el final. Me ha enseñado que cada milímetro de mi cuerpo puede gustarme si es él quién lo recorre. 
También hablaba de una cantante de rock y él ahora sabe que perdería todas las veces que fuese necesario por verle sonreír. Por pasear con la Luna de farol. Por sus labios diciéndome: esta noche quédate. Sabe que este bar está cansado ya de despedidas. Sólo quiero remacharle sonrisas de hierro de esas que disipan las brumas. 
Entre sus renglones también incluia a una abogada. Hoy sé que la mayor condena es que sea preso de un cuerpo que no coincide con las curvas del mío. Ya conozco las multas por exceso de velocidad en la curva de su sonrisa. Quizá la cárcel sea el fin de esta libertad con sabor a sus labios. 
Casi al final hablaba sobre una pintora. Cuando él es quién ha sabido pintarme sonrisas sin píncel. Cuando me ha pintado una de esas nubes que no lloran. Ahora soy yo la que mancha todo de gris si no puede pintar sus días con todos los colores, hasta con los que aún no hemos inventado desde la alfombra de su habitación. Quiero borrar su pasado pintando un futuro. ¿Por qué? Porque él no sólo escribe arte. Él es arte.


P.d.: Bes-arte
Toc-arte.
Pint-arte.
Cant-arte
Abraz-arte.  
Conjug-arte.

Foll-arte.
¿Cómo no vas a ser arte? 

miércoles, 5 de junio de 2013

En mi nube azul.

"Puedo mentir muchas veces, pero no cuando escribo. Y mucho menos cuando te escribo. Supongo que tampoco sé disimular cuando sólo sé gritar con los ojos. Estoy cansada de tormentas. De nubes que no son la nuestra. Supongo que por eso siempre estamos nublados, porque hay muchas nubes, pero ninguna es la que nos prometimos. Pero, ¿sabes? Nadie dijo que fuera fácil subirse a nuestra nuble sin temblar y que no fuese del frío. Pero todo ese vértigo no me quita las ganas de ti. Ni el vértigo. Ni el frío. Ni todas esas nubes con ganas de tormenta. Si quiere llover, que llueva. Aprenderemos a bailar bajo la lluvia. Callaremos toda esa lluvia callando todos estos miedos. Sólo necesitamos olvidarnos del vértigo y aún siendo Junio creer en la primavera.

Estoy aquí. Allí. No sé dónde, pero contigo." 

Demasiados terremotos desde esta pequeña confesión. Eternidades de siete horas. Besos a destiempo. Rincones de Madrid envidiándonos. Primaveras desbocadas en pleno mes de junio. Sonrisas de esas que delatan hasta al mejor mentiroso. Tragos de Barceló mezclados con demasiadas ganas de beber, pero de ti. Pérdidas de noción del tiempo en cualquier bar de Malasaña. Taxis llenos de “mañana te vuelvo besar”. Sábados más viernes que nunca. Ser uno rodeado de gente, arena y ruido. Enfados improvisados como pasatiempo. Jugar al escondite desde el cuello de tu camisa. Ver tu camisa tirada en el suelo de aquella habitación. Declaraciones de guerra en cualquier cama. Domingos más grises con tremendas ganas de llover. Cielos soleados llenos de nubes. Dolor resumido en mordiscos. Trenos que cogemos aún queriendo vivir en andenes con la persona con la que perderíamos el miedo a acabar en el destino equivocado. Lunes en terminales de autobuses. Todos esos “quédate” en forma de abrazos. Aquel disco que cantaba a todos los monstruos de su armario aún sin saber que desde entonces los monstruos habían desaparecido. (O no. Y se transformaron en despedidas inevitables, ganas de llorar y maletas llenas de impotencia.) Y ante todo, ese “estamos juntos en esto, pequeña.”

Quizá haya malgastado líneas pudiendo resumir todo en un:

miércoles, 15 de mayo de 2013

Báilme los miedos.

¿Ves a aquella chica vestida de azul? 
Bien. 
¿La recuerdas? 
Permíteme dudarlo. 

No. No es la chica que pensaba que eres el descosido para su roto. No. Tampoco es la chica que se ponía a temblar y pensaba que el mundo se iba a caer en pedazos cada vez que reías. No. Tampoco es la chica que rozó tu mano, tan áspera como tus ganas, entre toda esa multitud. No. Tampoco es la chica que cree que te debe tanto. Ella es esa  chica que ha descubierto que sigue creyendo en las personas aunque no en la gente. Ella es la chica que se esconde tras los pequeños detalles y las grandes sonrisas. Ella es la chica que está protagonizando todas esas escenas que un día quiso grabar. Ella es la chica que no tiene miedo a que le pisen los pies cada vez que sale a bailar. Ella esa chica que cree ser capaz de fundir todos los focos de este espectáculo a su antojo. Ella es la chica que afirma que todas esas cosquillas producidas por el vértigo son  algo más que obligatorias. Y ya ves ; ella es aquella chica que esta aprendiendo a andar como siempre quiso : 
Descalza y sin miedo a cortarse. 

jueves, 9 de mayo de 2013

El vaso medio vacío de recuerdos.

Nos he vuelto a borrar del mapa. Me he vuelto experta en simulacros de olvido. Sólo para rebobinarnos un par de segundo más. Si algo he aprendido es a disimularte. A ti y todo este gris. Sólo se me olvida fingir cuando te escribo y aquí me tienes. Enmarco todos nuestros no-recuerdos. Rompo marcos y me clavo los cristales. No sé si eres tú o este nudo en la garganta, pero a veces no te siento. Y a veces se me olvida fingir. Sólo a veces no lo necesito. Sólo a veces no te necesito. No te niego un "te quiero", pero si un "te necesito". Por pensar que eras aire, me terminé ahogando. Pero de errores más bonitos he aprendido. Sí, te he llorado casi tantas veces como te he sonreído. Y sí, te he tropezado todas las veces que no te he besado. Y por eso me voy. Porque ya no eres mi autoengaño preferido. Porque si no me voy tendré que echarte, pero esta vez no será de menos. Porque nos he intentado y nos has rendido.

Sigue creciendo a base de despedidas. 
Y cada vez el dolor empequeñece

domingo, 28 de abril de 2013

(Alguien.)

Alguien que llegue para quedarse, para no irse. Alguien que sure una milésima infinita de segundo más que un abrir y cerrar de ojos. Alguien dispuesto a naufragar por esos ojitos tan sumamente encharcados. O mejor. Alguien tan loco que sin ponerse las botas de agua salte en todos sus charcos. Haciéndole sentir el único dolor que debería ser legal. Ese dolor de tripa de tanto reír. De hacerlo mucho y muy fuerte. Alguien que no beba de su vaso para luego dejarlo medio vacío. Alguien que sólo quiera planes alternativos a este guión. Alguien que quiera más, siempre más. Alguien que odie los portazos y ame andar descalzo entre ilusiones nuevas, que no se las rompa en la cara con el portazo. Quiere una estrella que no acabe estrellándose. Alguien que acaricie sus silencios sin romperlos. 


Creo que quiere, exije y necesita alguien que la salve. 

viernes, 26 de abril de 2013

Mi Abril.


Hace tiempo que no tengo noción. Ya son demasiados abriles. No hubo amaneceres desbocaos', quizá entonces ahora no te estaría echando de menos entre líneas(¿Quién dijo echar de menos algo que no fue?) Desde entonces ya no sé nadar entre ilusiones, sólo nado entre mis pedacitos. Me zambullo y encuentro algún pedacito de ti. (Todavía guardo todos los pedacitos que no me diste, por si.) Quizá ni fuimos, pero nos soñamos tan fuerte que te llegué a devorar. Tú devoraste sueños. Los rompiste (¿te venían demasiado grandes para esas ásperas manos?). Y yo que soy muy de andar descalza, me los clavo cada vez que te paseo. Hoy es uno de esos días que me vuelvo loca por andar descalza. Creo que me he vuelto adicta al dolor desde que ya ni me mientes. Estamos es nuestro cuarto abril y ya son más de mil revoluciones a las cuatro estaciones. (No nos sumamos, pero yo sigo). Supongo que desde entonces me he convertido en la chica más triste con la sonrisa más trocida de todo Madrid. Si no te retuve es porque nunca fui consciente de sostener esa mirada entre mis manos. Y por más abriles que pasen, yo seguiré esperando nuestra primavera. No sabes cuantas veces me corté por pasar de página, y claro tú sólo sabes escocer. No sabes cuántas veces arranque nuestras páginas y las rompí en pedacitos para más tarde hacernos en forma de puzzle y así revisar las piezas que no encajaban. Supongo que ya es demasiado tarde para inventarme una despedida y es que estás tan lejos que estás tan lejos que ni gritándote con los ojos me escucharías. Yo sigo esperando en el andén equivocado, por si vuelves a pasar. 

Mis recuerdos echándose un pulso 
con la puta de la esperanza. 
Como cada Abril.
Como cada veintiséis. 

domingo, 14 de abril de 2013

Pequeño desastre animal.

Sabe que no puede cambiar ni el tiempo ni la ciudad. Vive a base de saltos mortales sin red y sólo sabe regalarse autocríticas. Siempre en busca de un disfraz mejor. No sabe de bailar hasta el apagón. Sus ojitos tiene complejo de mar por culpa de la marea. Y todo por unos versos borrados, algo de tinta, un borrón y un papel mojado. Y todo en forma de desengaño. Sabe que es un pequeño desastre animal con un constante "Sálvese quien pueda" en la cabeza. Sólo trata de buscarse, no buscarles. Puede partirse y negociar la otra mitad. Sólo sabe ensuciar recuerdos si echa la vista hacia atrás. Sólo espera que alguien le guarde una hilo de luz, aunque del hombre del saco se tratase. Suele repetirse que rendirse no es una opción, pero es que las dudas bailan tan bien entre sus dedos. No sabe volver, ni hace dónde ni con quién. Y mucho menos para qué. Madrid se viste para ella, pero ella sólo quiere olvidarse de su reloj, sólo sabe soñar muy fuerte con Copenhague. Quizá todo sea cuestión de dejarse llevar, aunque no siempre suene demasiado bien. Sólo sabe ser feliz desde su juego. Sólo a base de beberse la sal. Es una de esas chicas que dejan rastro. Sabe que sólo será libre cuando no haya más que perder.Con cada latido recuerda que hay historias por terminar. Es consciente que lo de ser libre sólo será cuando no haya nada que perder. (Cree ser libre). Por respirar por dos, se ahogó el doble. Aprendió a respirar tan fuerte hasta conseguir que se rompa el aire. Aunque a veces prefiere no respirar por no ahogarse. El sillón donde se dedica a escribir está lleno de historias en blanco y algunas pinturas. Siente que sólo hay días raros, colecciones de medallas y arañazos. Es un continuo vaivén de planes sin marcar e inventarios de pánico. Odia la primavera, sólo quiere inviernos sabáticos. Está cansada ya de polvo en la herida y nada de polvos que curen. Maldita dulzura la suya. Cree que las palabras no inventadas son las que aún nos pueden salvar. 



Quizá sólo le haga falta recordar que sin borrón no hay trato. 






P.d.: Gracias por regalarme un cúmulo de pequeños
desastres animales en medio de inviernos sabáticos,
Vetusta.

miércoles, 10 de abril de 2013

Mi incoherencia favorita:

Supongo que lo vuelvo a hacer mal. Te he vuelto a escribir. Has vuelto a protagonizar una de esas ilusiones que te recuerdan que aún quedan ganas de soñar. Y ya ves. Sabes que soy coraza. Dentro sólo hay escombros y tú estás dispuesto a revolverlos a base de suspiros con complejo de terremoto. A base de "ojalá nosotros y no tú y yo". La delgada línea que separa el "tú y yo" del "nosotros" son los besos que le estás dando a otra boca. Son los mismos que me debes. Ya sabes que me he vuelto adicta al dolor en estos casi ya cuatro años, pero si el dolor se renueva y es tan bonito como tú, merece la pena. Te escribo porque soy cobarde. Porque no me a plantarme en frente tuya y romper todos tus principios. Tus esquemas. Tus ganas de besarme. Nuestras distancias. Sigues estanto a tiempo de demostrarme tanto... Y de darme mucho más. 
Aunque no debería darte las gracias por este "no sé" constante, aquí las tienes. Gracias por este vendaval dentro de esta coraza. Gracias por este dolor que tiene los mismos ojitos que tú. Gracias por llamar bonitas a esas ojeras con sabor a ti. 


No hace falta que vuelvas porque no te has ido, pero vuelve. 

sábado, 6 de abril de 2013

Tú, yo y nuestro invierno.

No quiero saber de tus "hoy te quiero, pero mañana ya veremos". Porque la primavera está a la vuelta de la esquina y este invierno empieza a ser insoportable. Las flores de plástico ya no cumplen su función. No saben disimular este invierno. Tú lo conoces bien. Sabes que todas esas flores son sólo plástico. No por más regarlar a base de deshielos en mis pestañas conseguirán crecer. Tú quisiste y pudiste esquivar todo este desastre., pero últimamente sólo sabes agrandarlo. Tu saco de dudas no ayuda a que estas flores dejen de ser de plástico. Sólo haces que la primavera retroceda, como si de retar a Neruda se tratase. Cualquier invierno podría ser precioso si me dejases instalarme en esas pupilas. Béquer tampoco supo de tus pupilas, sólo se aproximó a una poesía que se parecía a ti. Pero ni por asomo. Yo me asomaría a esas dos pupilas con complejo de abismo, pero sigues sin concederme tal derecho. 


Yo no quería primaveras contigo, sino inviernos sabáticos. 

jueves, 4 de abril de 2013

Capítulo 1969. Versión Nebulosa. Epílogo.


" […] Jaime. Llevaba el DNI encima"   "Se está despertando..."    "Jaime, ¿me
escuchas?"    "Eh, eh, vamos, no cierres los ojos."    "Ya hemos llamado al
112." "¿Tardarán?"    " Abre los ojos." "Ciérralos."    "¡Ábrelos!" "Coje un
diamante y ponlo al Sol, ¿qué es lo que pasa?"   
"Destello."

Sentirse ligero por una vez desde que se vuela con alas de plomo, se respiraba con confianza, hasta el final.
Estar en una habitación quirúrgicamente blanca, un bisturí desafilado, ya no corto ninguno de mis lazos. Las paredes vacías, la lejía se llevó las letras que escribí sobre otra galaxia en la que te encontrabas, ahora tengo la constelación desinfectada.
Mirar alrededor y encontrarte a ti ahora con lo realmente mío: un colchón en el suelo, Bukowsky, Rimbaud, los versos más tristes pero de día (sol luciente tocando pieles árticas, un nuevo renacer.) Verlaie, Saint-Exupéry, Caulfield mandándonos a la mierda, un mar que desprecia a un viejo que no tiene nada que perder.
¿Y es que acaso nosotros sí?
No quiero fotos, tuve marcos vacíos que me dijeron mucho más de lo que vosotros llegaríais a hacer nunca.
Desprenderse de todo y entonces sentirla: Libertad.
Oler a tabaco, a algodón de ferias, a más estabilidad que decepciones, que plegarias, que polen quemado. Rezarte mil oraciones mirando a la Luna, no al cielo, me miras desde
los astros, no desde un paraíso que igual nunca llegamos a pisar.
Ahora sentir vivir en el Helsinki más cálido que encontré nunca, con el colchón en el suelo, autores muertos para recitarte y lo que pudimos ser sin el vaho que empañaba nuestros cristales. Con el golpe seco contra el suelo después del desmayo los rompí en mil y un trozos,
caminé sobre ellos, y te encontré.
Tomabas medidas para amueblarnos. No queremos armarios, no queremos cajones, no queremos almacenar.
Desde la nebulosa virgen, crédula y pulcra en la que estamos, podríamos permitirnos comprar el presente, desprenderse del pasado, y olvidar el futuro, no existe. A un segundo del reloj parado.
Cada día un vinilo diferente, una cajetilla diferente, un marcapáginas diferente, pero hay quién permanece, atemporal.
Lanzarse al vacío no conlleva riesgos si es sin paracaídas, se me acumulan un coágulo de ideas: mi iris sangrando, la oscuridad estando a pleno Sol, tu llegada, mi despedida, horas muertas, tú quedándote, el tempo, hojas amarillentas, nube de asfalto, telescopio terrenal,
placer infinito que duró un segundo, éxtasis, la tranquilidad.



No sé cuanto tiempo llevaba cayendo, pero empecé a escuchar una voz que no era la de Miles Davis, que no era la de Armstrong llegando a la Luna, que no era la tuya.



Alguien me puso el paracaídas
.






Creo que no me reconozco. (¿Acaso eso importa ya?) Estoy aquí rodeado de un blanco que apesta a negro. ¿Quién habló del gris y todos sus matices?
Oigo muchas voces. Sólo escucho una. Esa voz. La única capaz de hacerme reaccionar o algo parecido. Todo es rutina. No sé en qué me he convertido. No sé en qué me he dejado convertir.
Quizá anduve en vano. Sin saber dónde iba. Sin saber si tirar migas de pan para volver. (Volver, pero dónde.)

¿Quién dijo heridas en los pies?
Inercia al respirar.
Costumbre al latir.
Hace tiempo que ya no soy. O que soy sin ser.
Ya todo da igual.
Ya todo es igual.
Ya todo es ruido.

Pero. La voz. Es como rebobinarme. Ser lo que fui. Son decibelios que ahuyentan todo este ruido. Tienen complejo de melodía. Creo que hasta me incita a bailar. (Ya casi se me ha olvidado bailar.) Pero todos estos tubos me lo impiden. Marca el compás del de la izquierda. De lo poco que queda de él. Es una melodía familiar. Me hace perder el ritmo igual que lo encontraba con Ella.


Ella. Ella. Ella.








«Jaime, ya estoy aquí.
Sé que me has echado de menos.
Sé que te has echado de más.
Hacía tanto que no te oía llamarme así. Como antes lo solías hacer.
Deja de morir por mí. Empieza a vivir para ti.
Me fui justo a tiempo. Y en el tiempo justo.
¿Mis polvos no fueron buenos y ahora buscas otros que te arranquen esas alas de plomo de cuajo?
Levanta el vuelo. Hazlo sin esperar la caída.
Tú que puede vivir: vive.»



"¿Lo oyes? Es esa melodía que se apaga y suena más vital que nunca."

"No me importaría perderme la vida en una búsqueda: quemé el túnel, para que no hubiese luz al final."

“Otra voz. Se pasan la vida en salas de esperas pero nadie habla de sus lesiones cerebrales. Un diagnóstico al pie del colchón de Jaime: coágulos, lóbulo frontal, cráneos del mismo blanco de la habitación.”

“Y qué si me pierdo en cualquier otra galaxia con autores muertos, y qué si nadie me busca”




Al final el sonido de un electrocardiógrafo hizo que todas las voces se callasen por fin y de una vez. Una línea recta en los monitores indicaba el camino. Muerte cerebral pero Jaime no había estado tan vivo antes. Volvía al blanco quirúrgico para quedarse con todo lo que le habían quitado: el colchón, los vinilos y una voz que decía no sé qué de un gran paso para la humanidad. 

lunes, 28 de enero de 2013

Mi desierto y el tuyo.

Quiero ser esa tormenta en medio de tu desierto. (Ya sabes que llueve muy poco en el desierto.) No quiero ser tu tormenta de arena, ellas son las que te revuelven y se marchan sin más previo aviso y te dejan hecho un caos. Yo quiero ser esa tormenta que te empape. Que no te deje indiferente. Que no sólo te revuelva. Que quieras más. Siempre más. Que inunde tus ojos de humedad, pero de la buena. De esa que te incita a sonreír. Quiero que odies los paraguas. Que aprendas que me escondo en los días grises para que tú me busques encontrándote. Quiero que ignores las tormentas de arena anteriores. Creo que se te metió un poco de arena en los ojitos por la última. (Quizá también un poco en tu corazón y por eso chirrian tus agujas.) Quiero que me inundes rayito a rayito. ¡Hagamos un arcoiris juntos! Tú y tus rayitos. Yo y mis gotas. Con cada uno de sus matices. Llegar hasta las ruinas que esconde tu desierto. Hacernos granito a granito. Pero ante todo...




Pero.

Podría intentar que tu dolor se disipe, pero. 
Podría intentar ser tu sonrisa sin trabas, pero.
Podría intentar reflejarme en esos ojitos, pero. 
Podría intentar fumarme todos tus miedos, pero. 
Podría intentar deshacernos para hacernos, pero. 
Podría intentar que tu noche desapareciese, pero.
Podría intentar ser ese papelillo que te lía, pero.
Podría intentar que mi caos te enamorase, pero. 
Podría intentar que tu vaho inundase mis pulmones, pero. 
Podría intentar dejar de ser cualquiera en cualquier momento, pero. 
Podría...
Podría...
Podría...



Pero ese «pero» soy yo

domingo, 20 de enero de 2013

En la cuerda de tender, desolación.

Tras la tormenta a veces nos sorprende un poco de sol y nos damos una tregua. Como si consiguiésemos huir de todo lo que no. Como si la eutanasia cardiaca se encontrase en coma artificial. Como si el dolor no se sintiese. Como si el respirar no exijiese grandes bocanadas de aire. Como si la afixia nos diese un respiro. Como si el vértigo desapareciese con sólo cerrar los ojos. A veces consigo romper mis esquemas y el no-ser continuo.



Pequeño corazón de mimbre. 


sábado, 19 de enero de 2013

Tu pequeña de las dudas infinitas.

Se ha acomodado a no percibir ningún cambio. A andar dando tumbos. Y entonces sucede: un cambio ha venido a acomodarse en su colchón. Tampoco sabe bien si tratarlo como tal. Y es que tras tanto tiempo dando tumbos no asume haber encontrado la curva perfecta donde perderse: su sonrisa. Y vuelve a tener miedo que perderse en esa sonrisa implique encontrarse dando tumbos de nuevo. Tiene miedo de que él no tenga miedo y haya decidido acomodarse en su corazón a oscuras. Y no hay nada peor que el miedo que conduce a las dudas infinitas.


Hazme sentir que lo que estoy sintiendo no es sólo una tregua.

miércoles, 2 de enero de 2013

"Siempre" se cumple.

Aquella misma tarde detecté en tus ojos nuestra mentira. Esa que "justificaba" las demás. Y digo "justificaba" porque no creo que pisotear un corazón ajeno e irte de puntillas sin pensar en las huellas a dejar por el camino sea justificable en ningún caso. Y ahí la cuestión. Nunca pensé que un silencio escondiese un adiós tan titubeante. Y es que no justificaste tu huída. Y creo que si ahora te pidiese explicaciones ni te acordarías de esa tarde de Enero (sé que estás demasiado ocupado en ser feliz con otra persona, a la cual no le has dolido tantas noches seguidas). Pero tiene que haber un porqué, el tuyo fue un "hay otra", pero eso no es un porqué, sino una excusa. Podrías haberme echado en cara todo lo que nunca seré, las veces que te regalé "te quiero" inoportunos o cuando te eché la culpa de quererte. Tuviste mis porqués dónde elegir y la excusa fue esa otra persona. Te rendiste, y lo entiendo, yo me rindo muy a menudo de aguantarme, pero ya sabes aquello de "nadie dijo que la vida fuera fácil, sino que merecería la pena vivirla..."


Se te olvidó darme la oportunidad.