miércoles, 19 de diciembre de 2012

Re-cuerdos.

Antes de escribir un réquiem quise hacer arte para tus ojos oceánicos, pero en ellos palpé la muerte, dulce, una vez vi que era la única forma de volver a ver tus pupilas en línea recta con las mías.
Esto es réquiem por nosotros, lo que pudimos ser, y no.
Esperándote y amándote desde hace 365 recuerdos,
Daniel.

Día 1

Aquel día como otro cualquiera sonó la balada de despertador. Eran las 07.00. La ciudad amanecía. Todo apuntaba a otro día menos en el calendario. Desayuné aquel tazón de cacao (por aquel entonces amaba el olor a café, pero apenas soportaba su sabor). Me vestí y salí a coger el mismo autobús de cada día. En la parada siempre las mismas personas: aquella madre con su preciosa hija de ojos azules, aquel anciano y esa adolescente cada día con un libro nuevo. Oh, no. Aquel día la parada contaba con alguien más exhalando vaho. Y es que cómo no fijarme en aquella chica del final de aquella parada. Llevabas un vestido rojo a juego con tus labios. Perfecta conjugación. Rojo. Rojo pasión. (Desde aquel día decidí que el rojo sería mi color favorito). Con aquella melena algo alborotada por las prisas y el temporal. Te escondías bajo un abrigo. Pero quien no supo jugar al escondite fueron tus ojos. Estaban lluviosos. Como aquel día. Nunca había visto unos ojos tan tristes y bonitos. Eran abismales. Tanto que me impulsaban a saltar al vacío. ¡Qué bonita locura! Y entonces sucede: tropiezo con tu mirada. ‘Aquel tropiezo amortiguó la lluvia en mis ojos’- dijiste. Cada vez que dices esa frase siento que los abismos no son más que vacíos tentadores.

(Tocan las seis. Estás apunto de llegar a casa.)

En la habitación solo entra la luz que logra colarse entre las rendijas de la persiana. Lleva mucho tiempo a oscuras, su alma y esas cuatro paredes.Sentado en una butaca Daniel mira abstraído una fotografía, solo levanta la vista para mirar hacia el piano, y así pasa las horas. Entre piano y fotografía, sin terminar de ser, en busca y espera de algo que no sabe si llegará alguna vez, porque él ya respira por inercia, porque recuerda cómo hacerlo cuando piensa en sus labios rojos susurrándole entre la marea de sus sábanas, y así está, muriendo por unos ojos que hace mucho que no lo miran. “Al final resulta que me ahogue en la lluvia de tus pupilas, Amor.” Le habla a la imagen mientras no deja de pensar, ni de recordar…

(Son las diez y media Amor, ¿Has perdido el tren? Seguro que es eso. No encontraste la película perfecta para esta tarde de catarsis y perdiste el tren, seguro que es eso…)

Día 27

Por aquel entonces ya saboreábamos las palomitas en las butacas de aquel cine. Siempre atrás. ‘Si te acercas demasiado no lo verás bien y si te alejas demasiado te perderás los detalles.’ Pero aquella distancia era perfecta. Pero nada comparado con tu risa. El ritmo de tu risa. Ay. Serías capaz de mover y parar el mundo con aquella melodía. (Al menos conmigo lo conseguiste).
¿Te acuerdas cuando escapábamos de aquella sala cinco minutos antes de los créditos para inventar un final? (Y es que lo que importa en la mayoría de las historias es el final y no el principio). Algunos finales carecían de sentido. Y es que imaginarse un final que pareciese real asusta. Y es que los finales (reales) te hacen romper los hilos de la trama que te sujeta. Hacen que la vida tiemble bajo tus pies. Y eso acojona.

(Son las seis. Parece que tardas más en llegar.)

Hoy ni siquiera las luces de la ciudad iluminan a Daniel. El televisor lleva reproduciendo en bucle la misma escena horas, pero él no la está mirando, no. Se sabe de memoria los diálogos. Él y ella, protagonistas del filme que grabaron en tantos amaneceres, era su película y él amaba ver como todas las madrugadas ella se fundía a negro como en el fotograma final. El director nunca gritó ¡Corten! y aún así ella ya no está. “¿Es que te cansaste del guión? ¿o te ofrecieron otro papel protagonista en el que no era requisito saber llorar?” No sabe muy bien como ha terminado así, y en un momento de lucidez mira su cara en el reflejo de la pantalla del televisor y no sé reconoce. Daniel, ya no se siente Daniel desde que ella no viene a las seis. Ojeras marcadas que son las únicas marcas que se acuerdan de como gritar y un vacío en el que perderse dentro de unos ojos que una vez fueron verdes porque ella lo quiso así. “Seguro que Neruda escribiría para unos ojos como los tuyos” Suena en su cabeza, y ahora es él el que piensa en que tal vez Neruda sufriría por una ausencia como la que Ella ha dejado en él. Pero entonces la ve a Ella en la playa, con su pelo bailando para él y por el viento, con salitre por la piel y una sonrisa por la que probablemente la Tierra seguía girando, y deja de ser, y vuelve a ese día de verano para sentirse inmortal, y es él el que se funde a negro esta vez.

(Doce en punto, medianoche ahí fuera y aquí dentro. Con mis noches a medias, me pregunto por qué ya no vienes, y por qué desde aquí veo el cielo un poco más gris)

Día 97

Habíamos ahorrado durante meses para conseguir nuestro viaje. Yo siempre quise viajar a una playa desierta. Donde huir del frío. Dónde no sólo sudásemos en la cama. ‘El calor está sobrevalorado’- susurraste. (Tenías ese don de desarmar mis esquemas con pocas palabras. Ay.) Praga. Esa fue tu elección. A pesar de que era Diciembre, escaseaban las horas de sol y abundaba el frío.Entonces aprendí que el dónde y el cuándo son secundarios. Lo que importa es el Quién.

 (Hoy suenan las seis. He decidido esperar.)

Nieva en la calle y dentro del estudio Daniel ve los copos caer como decepciones acumuladas por esta espera que le mata. No sabe qué día es, pero es irrelevante, él ya no vive por ese calendario anclado a la pared. Ahora, el está en ese día en Praga. No recordaba la nieve tan triste. Ve en cada copo un recuerdo, y cuando estos se funden con lo gris del asfalto se ve a él.
Se enciende otro cigarrillo sentado en el alféizar y pensamientos de saltar al vacío se pasean por su mente. “No, no puedo irme. Si me voy, nadie estará en casa cuando ella llegue.” La espera y el tabaco lo están matando, pero también son lo único que le dan vida. “Tengo que esperarla, son las cinco y media, no tardará en llegar.” Y la esperanza de escuchar sus pasos a su espalda se consume, a la vez que el cigarrillo. Y Se apagan a la vez.

(Pero hoy tampoco llegas, y el asfalto me llama diciéndome “ven, ven, ven.” Pero sé que tú no estás ahí.)

Día 159

Este día no sería uno menos en el calendario. Aquel día decidiste que no tenía derecho de romper tu tristeza sostenida. ¿Cómo se le puede arrebatar tal derecho a quién amortiguó tu lluvia? No. No. Y no. Me negaba a abandonar. Tú. Tú lo eras todo. (Y el Todo se queda corto). En mi pantalla no había hueco para ‘game over’.
No entiendo como alguien que te dio la vida te la puede romper por un par de copas. ¿Cómo se puede tener el valor de arrebatar la dignidad a una niña?Odiabas el ron. Y es que ese cabrón ahogó tu inocencia en una noche. Tú eras mi tristeza sostenida.
Aquella noche había un diluvio en mi interior. Y un mar en tus pestañas.‘Llámame, te quiero escuchar.’ Descolgué el teléfono. Estaba cansado de verte llover. ‘Ya estoy aquí. Para siempre. No soporto más noches así. No sin ti.’. No lo podría soportar. Nunca vi unas ruinas tan abismales, reina.

 (Tic-tac. El tiempo tiene prisa. Tocan las seis.)

Hoy Daniel recuerda un capítulo de su historia que una vez quiso olvidar, y cuando piensa en ella así se le cae el alma al suelo, hecha pedazos. Nunca recordó una mirada más triste que esa, unos ojos que granizaban. Esa noche ella fue hielo de Helsinki, y él se perdió en la aurora boreal que prometía un mañana mejor.
Mira la botella vacía en la mesa y no hace más que vomitar recuerdos. “Yo no estoy bebiendo para olvidar, sino para volver a verte. Me acuerdo del ron de esa noche, y quiero volver a verte. Pero no como. No así. Sino como el día en la playa, ¿te acuerdas? Déjame quedarme a vivir en ese día, el Sol en tu piel era mi motivo. No quiero volverte a ver ahogada pidiéndome que no me marchara, nunca lo pretendí. Y sin embargo soy yo ahora el que te busca, y ni rastro de tu amor, Amor.”

(Está demasiado borracho como para saber si son las once de la mañana o de la noche, pero sabe que hoy tampoco ha venido…)

Día 256

Aquel día me enseñaste tu melodía. Esas frágiles manos acariciando el piano. Pensé que me iba a romper en cada nota. ‘Follemos en forma de canción.’ Y entonces me enseñaste a acariciar aquel viejo piano como aprendí a acariciar cada gramo de tu piel. Tropezando con tus lunares en forma de ‘sol’. Tus ojos abismales fueron la partitura perfecta. Fuimos millones de notas infinitamente diferentes conjugándose de forma armoniosa. (Suena nuestra canción).

(Ese reloj no deja de sonar. Las seis.)

El piano no ha dejado de sonar desde hace días. Daniel ya no duerme, no come, y respira a medias porque el tabaco le está pasando factura. Él, que fue músico para su musa, pasó más de mil horas entre partituras solo para ella. Ahora ella no está, pero aún puede componer desde el recuerdo. “Si le escribo una sinfonía, ella seguirá aquí conmigo. No podrá irse jamás.”
Las montañas de pentagramas se amontonan y Daniel se ha perdido del todo. Empieza a escribir por las paredes los movimientos que le parecen más oportunos para el preludio de su obra, sus dedos empiezan a entumecerse y se niegan a seguir tocando y su mente también ruega por un descanso, pero él no parece sentirlo, el dolor físico es fácil de ignorar si es provocado por la búsqueda de alivio para un dolor que no se ve, pero que le ha costado más de lo que tenía. Más de lo que nunca llegará a tener.

(Hoy no se para a ver el reloj, componer es más importante que recrearse en Ausencia.)

Día 365

Después de amontonar tantos recuerdos te he perdido encontrándome. Supongo que ya van a ser las seis. Tras tanto darle cuerda de forma inversa a este corazón voy a terminar rompiendo su mecánica. Y se me ha olvidado como darle cuerda en forma de canción. Está oxidándose como mi mirada. Sin embargo, ese reloj tiene complejo de infinito. No necesita cuerda. Y su tic-tac me está volviendo re-loco y yo estoy empeñando nuestros re-cuerdos. Y la cuerda aprieta. Tic-tac. Son las seis. No se me han agotado los recuerdos, pero este corazón no tiene complejo de infinito. No sin  tus ojos abismales. No vas a volver. Y es que nunca te has ido.

(Hoy el reloj llora, no quiere dar las seis.)

Todo acabó para Daniel en menos de un minuto. Horas de espera, de sufrimiento, de hacer arte por y para Ella, todo murió con él en menos de sesenta segundos. Una foto con una cara conocida en el periódico. Algo que no debió haber visto, pero él necesitaba papel en el que seguir escribiendo corcheas y semicorcheas y la página de sucesos era lo que más cerca estaba. Un día, 21 de febrero, hace un año. Un accidente, Tragedia llamó a 21 puertas diferentes ese día, una era la de Daniel. Un tren que descarriló. Unos labios rojos, rojos pasión, su color favorito. Un nombre que lo hace volver a la realidad.
Mira con pánico esa habitación, ve como se ha hundido en ella. Recuerda hace un año como recibió la noticia, como se negó a aceptarla, viviendo de 365 recuerdos diferentes estos 365 días en los que no ha hecho más que morir. Piensa en la sinfonía, ha terminado su obra cumbre. Solo le falta ponerle un nombre. Los pensamientos y recuerdos se agolpan en su cabeza, un 21 de Febrero logró huir, pero hoy no se ve con fuerzas para volver a olvidarlo todo.
Es hora de acabar con todo, no va a volver, nunca lo hará. Ve las partituras esparcidas por el suelo y decide que ponerle punto y final a lo único que le queda.
 “Réquiem por nosotros” y entonces desde el alfeizar de su ventana va hacía lo único que lo llama desde que ella no viene a las seis, el asfalto

viernes, 14 de diciembre de 2012

Descuida.

Me echo de menos. Quizá no a mi como tal (en ese sentido me echo de más). Más bien a lo que un día fui. Inocencia. Infancia. Ignorancia.  Quizá me eche de menos porque me pesan mucho los recuerdos. Echar de menos a Razones se hace insoportable. Este nudo en la garganta sólo me invita a vomitar sin sentidos. Sigo odiando las despedidas. Y más cuando ya ni existen como tal. Un día te levantas y te das cuenta que la vida tiembla Y tú tiemblas de frío a la vez. Me hago insoportable. Insostenible. Quítame el nudo de la garganta. O terminame de ahogar. Ya no soporto respirar por inercia.


Soy mi nudo en la garganta. 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Reproches al filo de sus labios.

No me echas de menos. Sólo que no tienes a nadie que te regale uno de esos. Eres cobarde por suspirar todos esos 'te echo de menos' cuando ya no estoy. Cuando te das cuenta que ese no te hacía feliz. Que solo eras un pasatiempo en tu colchón y ya. Fuiste una mala noche y unas ganas de follar tremendas. Y tú hablándole de 'hacer el amor', ingenua. Pero más ingenuo fui yo cuando te quise aún sabiendo que tú no te dejarías querer. Ahora que no sabes dónde ni con quién estoy. ¿Ahora me vienes con esos ojitos llenos de 'ven a pudrirte conmigo'? No. Ahora aprendes a echarme de menos en silencio. Nada de ser princesa. Nada de ser felices. Nada de comer perdices, ahora comes techo. Nada de 'nosotros'. Y es que como tú decias, a final de todo te queda la nada - dijo Él.


'Soy el pellizco pa' cuando te olvidas de mi.'

martes, 27 de noviembre de 2012

Siempre fuimos nunca.

Y entonces sucede. Yo fuerzo la mecánica del corazón. Retocedo las agujas. Como si así consiguiese retroceder en el tiempo. Recuperándote de ti (y creo que soy hasta valiente diciendo que te recupero como si algún día te hubiese tenido) y todo el tiempo que perdimos. Lo malgastamos en palabras vacías, en mentiras baratas y en besos no dados no canjeables. Y ahora, ¿qué?. Mi cabeza está llena de ideas que no se quieren ir. La idea de 'por si'. Cómo si fueses a volver. Cómo si algún día hubieses estado. Pero, ¡Qué locura!. Y es que nunca es tiempo para echarte de menos, pero yo voy a contrareloj.



No supimos conjugar en primera persona del plural. 
Siempre tú, nunca yo y jamás nosotros.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Se me atragantan tus noches, tus días aún peor.

Son noches y son sin ti. Mucho frío y ningún abrazo. Tantas ganas para tan poco roce. Tiene los pies fríos esperando a que tú se los calientes. Susurrándote un 'dame fuerte en la entrepierna no me dejes que me duerma'. Se amontonan en el calendario mientras Soledad se acomoda en tu hueco de la cama. Siempre el mismo lado. Sus clavículas tienen ganas de ti, por no hablar de su cuello. Sabe que no eres ningún poeta. En esa cornisa no hay sitio para dos. O sí. Sólo quiere que pruebes por si. Arrebátale todas las pesadillas. Que chille para ti y no por ti. Regálale calor y gemidos. Pero no perderá sus principios para que lo vuestro no encuentre su final. A cambio empapa la almohada de promesas rotas. Nunca imaginó que un mar en las pestañas escociese tanto. ¡Cuánta sal para tan poco tequila!. Se está emborrachando a base de decepciones. De nuevo resaca de ti. 



El lado de la cama tan frío como ella.

martes, 9 de octubre de 2012

' I've got you under my skin'

Viajar a París. Dejarme caer a abismos imaginables. Sonreírle al mundo. Olvidar el dolor. No hablar de ojos hechos Venecia. Compartir silencios llenos de intermabios de miradas y razones. Decir 'siempre'. Comerse el mundo. Hacer trizas las predicciones. 
Hay cosas que no importa ni el cuando, ni el cuanto, ni el porqué, sino con quién.

Ser feliz.

jueves, 27 de septiembre de 2012

El día que hizo más viento que nunca.

¿Sabes? A veces tengo miedo de perderme. En lo que pudimos ser y no fuimos. En sonrisas que no me pertenecen. En razones que nunca existieron. En el tiempo que malagasté sin asumir que un me rompía sin ti. En las noches llenas de alcohol y vacías de ti. En canciones que me hablan de ti. En el 'tú y yo', pero nunca nosotros. En 'te echo de menos', 'vuelve' o 'ni contigo ni sin ti'. En esos 'te quiero' que nunca nos dijimos, quizá tu lista de mentiras no se podía ampliar. En tus idas y venidas. En tus notas de despedida sin escribir. En el día que decidimos perdernos. En mis ruinas. En mi estúpida necesidad de necesitarte. Pero, ¿sabes lo que me da más miedo aún? Que tú nunca quieras encontrarme.



'Ese suspiro se va por la puerta buscando quizás una ventana abierta, 
el aire de aquello que nunca te dije, palabras que el viento a su antojo dirige.'

domingo, 23 de septiembre de 2012

'Estoy triste y soy un triste.'

Ese momento en el que sientes que la vida tiembla bajo tus pies. Parece no existir tierra bajo ellos. Es como empezar de cero. Tus ojos no reconocen este nuevo escenario. Los hilos, la trama de argumentos, ideas y principios, que sujetan a este títere cualquiera son cortados sin previo aviso. La marioneta ya no sabe ni conoce. Acaba de renacer. ¿Lo habeís experimentado alguna vez? Pues hacerlo. Os sentís jodidos por una milésima de segundo, pero merece la pena.


Sabemos que es el día que comienza el infinito ...


Nada que perder, nada que apostar.

El dolor. Ese que se clava y que hace que el nudo en la garganta ahogue. El tiempo ahoga. Se siente. Son pequeños agujeros que llevamos con nosotros. Como aquel que se hace un tatuaje, de esos que esconden historias detrás.
La felicidad. Amiga del dolor. Sí, amiga del dolor. ¿A quién no le duelen los momentos felices que no van a volver? Recuerdos. Echar de menos la felicidad nos invita a hablar de dolor. Se siente. Es esa pequeña rosa, con cuatro espinas, que parece muy valiente, pero el primer cordero sin bozal la puede devorar.
Pero, ¿y la indiferencia? Cuando ni el dolor ni la felicidad contratacan. Eso preocupa mucho más que hablar de dolor o felicidad. Cuando no sientes. No vives. No mueres. No. Y tampoco.


Cuando los latidos los impulsa Inercia. 
Cuando retrocedes a los primeros escalones de la pirámide de Maslow.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Tiempo.Tiempo para decir adiós.

'He aprendido algo del tiempo, ya sean aquellas dos primeras semanas que pasé contigo, o los dos últimos meses que pasé con él, que al final, el tiempo siempre pasa.
No sé en qué parte del mundo puedes estar John, entiendo que hace mucho perdí el derecho a saber esas cosas, pero pasen los años que pasen hay algo que tengo más claro que nunca:
nos vemos pronto.'


'Así estaremos siempre juntos, aunque estemos separados. De esa manera, cuando menos lo esperemos...nos volveremos a ver.'



viernes, 14 de septiembre de 2012

O la besas. O dejas que se siga rompiendo.

Somos un continuo 'tira y afloja'. Y mi corazón, o lo poco que queda de él, se niega. Sus pedazos no se ven capaces de soportar todos aquellos baches. 'O todo o nada'-murmuró ella. Para el Sol ya era tarde, para besarle también. Pero ya sabes aquello de ... 'Más vale tarde que nunca'.



Bésame si quieres, quiéreme si sabes ...

jueves, 6 de septiembre de 2012

Asuntos pendientes.

Abrazo recuerdos, porque a ti ya hace tiempo que no te puedo abrazar. Miro fotos, por todas aquellas sonrisas que no fotografiamos.  Digo palabras escritas, por todo lo que no dijimos. Camino, por todos aquellos paseos que no dimos. Como techo, por no poder comerte a ti. No duermo, por todas las noches que me debes. Me rompo, por todos aquellos silencios que no rompimos.



Y te quiero ... bueno, eso ya no tengo tan claro el porqué.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

A tres pasos y medio.

Ahí estaban. Mirándose. Sabiendo que aunque era conocidos, parecían completos extraños. No se querían reconocer. Habían estado tanto tiempo jugando a hacerse daño que estaban apunto de romperse. De arruinarse. Pero, ¿y qué?. Su orgullo era más fuerte que todas las noches que no compartían, más fuerte que todo aquello que les obligaba a compartir silencios, más fuerte que ellos. Pero ya era tarde. se dieron la espalda y decidieron fingir que no dolía. Aunque eran conscientes, de que de esa forma, dolería el doble.

jueves, 30 de agosto de 2012

Dame un pista.

Sigue caminando por calles vacías con farolas que tiritan. Estan llenas de charcos y de frío. Nadie soporta este invierno. O sí. Quizá seguir caminando y encontrarse con nuevos problemas sea la solución. Nada de mirar atrás. Eso es de cobardes. Y tú... Tú eres fuerte. Tienes que serlo, porque sino nadie va a serlo por ti. Tienes que seguir caminando por mucho que duelan las heridas en tus pies. Sin miedo a nada, total no queda ya nada que perder, tan si quiera la esperanza. Esa te abandonó en un calle sin salida. Se burló de ti. Y quizá si sigue caminando se encuentre con aquella barra llena de despedidas y de ausencias. Quizá entonces, susurres un: 'ayúdame a dormir'.


Me debes unas cuantas noches de insomnio

Ponme de beber.


Otra más a la colección. Llovía. Se escuchaba música, de esa que incita a bailar, pero ella estaba cansada de pisarlo los pies a Ilusión. Era tarde. El sol interrumpía. Huía, una vez más. Otra más a la colección - se repetía.


Eres un pez grande en un estanque pequeño,
pero esto es el océano y te estás ahogando.

martes, 7 de agosto de 2012

Tan llena de mi. Tan vacía de ti.

Allí estabamos. Tumbados en medio de aquella pista de basket. En un barrio cualquiera de Madrid. Fúmabamos. Nos fumábamos. Lo que fumábamos era directamente proporcional a mis ganas de ser ese humo que se colaba en tus pulmones. Que se viste de placer y al final puede acabar con infinito dolor. Y cada día se hacía de noche antes. Pero había demasiadas nubes como para poder ver las estrellas. Una noche decidiste que no irías más a aquella pista que nos unía. A aquellas estrellas que tenían tanto que decirnos. Decidiste dejar esta historia a medias. Eh, pero yo sigo en mi empeño y acudo a aquel lugar cada noche. Algún día vemdrás y te inventarás una despedida. Hasta entonces, te espero en aquella cancha llena de noches y humo.

Madrugada con M de Madrid

Madrid se desnuda. Sus calles desiertas. Calles que me hablan de lo que soy, de ti, de lo que fui, de lo que pudimos ser y no fuimos, de las noches que me debes, de tus ojos, de mis ojeras, de todos los sueños que yacen el suelo de mi habitación, de todos esos besos que me debes, de todas las ilusiones apaleadas, de nuestros proyectos para el futuro pasado, de aquellos días de verano, de tus pasos, de todos mi errores, del día que te conocí, de los 'te quiero' que amontono en trozos de papel desde aquel día, de mis ganas de tener aquí, de hoy, pero sobre todo de nuestro ayer.


Me debes una despedida.

Dulce introducción al caos.

Me pondré a llorar, pero nadie conseguirá descifrar el sabor salado de mis lágrimas. No es un sabor, son un millón de razones. Seré breve, una sóla palabra: caos.


sábado, 4 de agosto de 2012

Dejarse llevar.

Quizá debería de dejar de recreearme en mi desastre. Dejar que el pasado deje de abrazarme. Los recuerdos atrás, que no a la espalda. Recorrer nuevos caminos, sin el mismo final de siempre. Dejar el vacío. Abandonar los silencios. Rodearme de acordes, letras y melodías que no hagan de tu ausencia tu presencia. Mirar hacia delante. Dejarte atrás. Pensar que algún día el cielo no se vestirá de matices de gris. ¿Posible? Improbable.


Pero de momento no será así, porque el dolor gime de placer.


martes, 17 de julio de 2012

Cenicienta 2.0

Ey, despierta. No soy esa cenicienta que inventó Disney. No. Soy la de los ojos rojos. La de los complejos. Nada de calabazas ni ratones. Fue el principe quien salió corriendo a las 12 del baile. Le debí de pisar los pies. Yo me quedé bailando con cuatro capullos más. Bañandome en alcohol. Intentado decirte adiós entre copas, sin darme cuenta que las penas flotan en el alcohol. Igual que el hielo de las copas de más. O el mismo hielo también que llevo dentro. El de 17 inviernos. Sólo busco una primavera. Nada de una noche. Nada de a las 12 acabar un cuento que tiene tantas páginas pendientes. Yo quiero una primavera eterna.



No soy la del zapato de cristal, sino la del corazón de 
cristal roto en infinitos pedazos por el principe que jugó
en aquel baile. 

lunes, 16 de julio de 2012

Adelante, la puerta está abierta ..

Me desnudaré. Haré que todo lo superficial, todo lo que ves, desaparezca. No habrá ropa. Sólo el aire se colará por mis heridas aún abiertas. Tu tocarás cada una de mis cicatrices. Éstas y el silencio se complementaran. Las palabras sobran. (Ya te dije que lo superficial me abandonará). Te hablarán de mi. De mi vacío. De mi inestabilidad. Dame la mano. Cóseme las alas. Échame a volar. No dejes que saboree otra vez el suelo. No. Sino, serás uno más entre tantos. Y volverá el caos. Y la lluvia. Y el invierno. Y las noches y el techo. Es íncreible los inviernos que puede derritir un poco de calor humano. De ese calor que llena vacíos y calla silencios.

Buenos días y mejores noches.

Ella.

Me acostumbré a nunca dar la talla. Siempre decepcionandoles, siempre decepcionandome. Quizá debía tener en cuenta todas sus posibilidades y capacidades. Era experta en sueños. El problema llegaba cuando tenía que sueños y realidad fueran lo mismo.


No la preguntes si la ves llorar y antetodo, no hables de optimismo, nunca fueron buenos amigos.

He escrito millones de páginas pero todas te contarán lo mismo.'

El cielo está encapotado desde años atrás. Día tras día. A veces, como la cosa va de aparentar, imagino que soy otra persona. El cielo es azul y la calma rebosa. Pero no te confundas si te hablo de otro cielo que no sea gris, sólo está en mi imaginacón, no te hablo de mi estado mental.

miércoles, 4 de julio de 2012

Cae la noche y yo con ella.

Me encierro en mi habitación. Dejo que el pensar me sobrepase. Todo esto me viene grande. Ni yo soy, ni puedo ser. Me arrastré entre tanto chillido. Ensordecía. Ese ruido tiene nombre. Y coincide con el tuyo. ¿Casualidad? Ninguna.


Olvidar es engañarse.

'Algunas veces me quedaba fijamente mirando las lágrimas abstractas e intentando encontrar figuras irreconocibles en la formas, de la misma forma que las imaginaba cuando era niña.
Mis pensamientos son inconexos, se pierden los sueños en pesadillas... Después de todo, ¿De cuántas formas se puede romper un corazón y esperar que siga latiendo?.'


           'Puedo verlo incluso con esta luz, ¿porqué crees la mentira y no aceptas la verdad?'

lunes, 2 de julio de 2012

Invirtamos papeles.

A mi este disfraz me viene grande. Estoy en reserva de motivos. Me quedaré tirada en la carretera, una vez más a la lista. Optaré por hacer autostop, a ver si alguna causalidad lleva escrito su nombre. Quizá nos encontremos o yo sigo perdida y perdiendo.


El sol de copiloto.

jueves, 21 de junio de 2012

5.


-         ¿Ha estado esperando aquí todo este tiempo?- Susurró Eddie.
-         El tiempo – dijo el capitán- no es lo que tú crees. – Se sentó al lado de Eddie. – Morir no es el final de todo. Creemos que lo es. Pero lo que pasa en la Tierra solo es el comienzo.
Eddie parecía perdido.
-         Imagino que es como en la Biblia, el acuerdo de adán y Eva – dijo el capitán. – La primera noche de adán en la tierra, cuando se tumba a dormir, cree que ha terminado todo, ¿no? No sabe lo que es un sueño. Se le cierran los ojos y cree que deja este mundo, ¿no?
Solo que no pasa eso. Se despierta la mañana siguiente y tiene un mundo del que ocuparse, pero tiene además otra cosa. Tiene su ayer.
-Según lo veo yo, eso es lo que nos pasa aquí, soldado. El cielo es eso. Uno se entera cual es el sentido de su ayer.

miércoles, 13 de junio de 2012

sábado, 9 de junio de 2012

Sentir.

Me volví a esconder tras algo que no era. Empezaba a ser experta en ello. Pero, ¿y qué más da?¿Acaso al mundo le importa quién sea? Me conformo con camuflarme entre esa masa anónima que se deja manejar por lo que le hace sentir. Escupo pensamientos. Que si saboreo suelo, a los que conocen el sabor del cielo les va a dar igual. ¿No os dais cuenta de que cada día aquello de 'juntos pero no revueltos' se hace más palpable? El mundo es una masa de gente, no personas. Nos hemos empeñado en enmascarar nuestros sentimientos bajo la uniformidad. Eh, despierta. No eres el único que estás jodido, pero preferimos llevar el dolor por dentro. Mostrar los sentimientos hoy en día es de raros, que no diferentes.Y llorar es de cobardes. Que asco de sociedad que nos obliga a darnos asco a nosotros mismos.


Bajo el mismo cielo,
distinto horizonte.