martes, 7 de agosto de 2012

Tan llena de mi. Tan vacía de ti.

Allí estabamos. Tumbados en medio de aquella pista de basket. En un barrio cualquiera de Madrid. Fúmabamos. Nos fumábamos. Lo que fumábamos era directamente proporcional a mis ganas de ser ese humo que se colaba en tus pulmones. Que se viste de placer y al final puede acabar con infinito dolor. Y cada día se hacía de noche antes. Pero había demasiadas nubes como para poder ver las estrellas. Una noche decidiste que no irías más a aquella pista que nos unía. A aquellas estrellas que tenían tanto que decirnos. Decidiste dejar esta historia a medias. Eh, pero yo sigo en mi empeño y acudo a aquel lugar cada noche. Algún día vemdrás y te inventarás una despedida. Hasta entonces, te espero en aquella cancha llena de noches y humo.

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