miércoles, 5 de junio de 2013

En mi nube azul.

"Puedo mentir muchas veces, pero no cuando escribo. Y mucho menos cuando te escribo. Supongo que tampoco sé disimular cuando sólo sé gritar con los ojos. Estoy cansada de tormentas. De nubes que no son la nuestra. Supongo que por eso siempre estamos nublados, porque hay muchas nubes, pero ninguna es la que nos prometimos. Pero, ¿sabes? Nadie dijo que fuera fácil subirse a nuestra nuble sin temblar y que no fuese del frío. Pero todo ese vértigo no me quita las ganas de ti. Ni el vértigo. Ni el frío. Ni todas esas nubes con ganas de tormenta. Si quiere llover, que llueva. Aprenderemos a bailar bajo la lluvia. Callaremos toda esa lluvia callando todos estos miedos. Sólo necesitamos olvidarnos del vértigo y aún siendo Junio creer en la primavera.

Estoy aquí. Allí. No sé dónde, pero contigo." 

Demasiados terremotos desde esta pequeña confesión. Eternidades de siete horas. Besos a destiempo. Rincones de Madrid envidiándonos. Primaveras desbocadas en pleno mes de junio. Sonrisas de esas que delatan hasta al mejor mentiroso. Tragos de Barceló mezclados con demasiadas ganas de beber, pero de ti. Pérdidas de noción del tiempo en cualquier bar de Malasaña. Taxis llenos de “mañana te vuelvo besar”. Sábados más viernes que nunca. Ser uno rodeado de gente, arena y ruido. Enfados improvisados como pasatiempo. Jugar al escondite desde el cuello de tu camisa. Ver tu camisa tirada en el suelo de aquella habitación. Declaraciones de guerra en cualquier cama. Domingos más grises con tremendas ganas de llover. Cielos soleados llenos de nubes. Dolor resumido en mordiscos. Trenos que cogemos aún queriendo vivir en andenes con la persona con la que perderíamos el miedo a acabar en el destino equivocado. Lunes en terminales de autobuses. Todos esos “quédate” en forma de abrazos. Aquel disco que cantaba a todos los monstruos de su armario aún sin saber que desde entonces los monstruos habían desaparecido. (O no. Y se transformaron en despedidas inevitables, ganas de llorar y maletas llenas de impotencia.) Y ante todo, ese “estamos juntos en esto, pequeña.”

Quizá haya malgastado líneas pudiendo resumir todo en un:

1 comentario:

  1. He intentado esquivar la tentación de comentar aquí, pero no he podido. Ha sido superior a mi. Pero esta vez, no comentaré como Nerea, tú pequeño corazón de mimbre. No. Hoy comentaré como una persona triste.

    Es precioso. De principio a fin. De la primera línea a la última. Y si, dan ganas de llorar. Sobretodo en la parte de 'todos esos "quédate" en forma de abrazos'. ¿Quién no querría que ese 'alguien' (por llamarlo de alguna forma) se quedase para siempre? ¿Ver como el tiempo pasa y pasa para la vida de otros mientras tu reloj no avanza porque has decidido pararlo en el momento en el que te ha besado? ¿Quién no ha querido que la noche no se acabe, simplemente, por pasar un rato más en su cama?

    Sentir es bonito. Y la forma en la que tú lo haces, hace que merezca aún más la pena arriesgarse a sentir. Para lo bueno, y para lo malo.

    Te quiero.

    ResponderEliminar