miércoles, 5 de septiembre de 2012

A tres pasos y medio.

Ahí estaban. Mirándose. Sabiendo que aunque era conocidos, parecían completos extraños. No se querían reconocer. Habían estado tanto tiempo jugando a hacerse daño que estaban apunto de romperse. De arruinarse. Pero, ¿y qué?. Su orgullo era más fuerte que todas las noches que no compartían, más fuerte que todo aquello que les obligaba a compartir silencios, más fuerte que ellos. Pero ya era tarde. se dieron la espalda y decidieron fingir que no dolía. Aunque eran conscientes, de que de esa forma, dolería el doble.

No hay comentarios:

Publicar un comentario